Un arquitecto arandino registra la primera casa con etiqueta energética

José Carlos Leal está trabajando en una tesis doctoral sobre el aprovechamiento de la energía en la arquitectura de la Ribera del Duero. Patricia González
José Carlos Leal está trabajando en una tesis doctoral sobre el aprovechamiento de la energía en la arquitectura de la Ribera del Duero. Patricia González
Una vivienda unifamiliar que se construye en la localidad ribereña Vadocondes, obra del joven arquitecto arandino José Carlos Leal Alcubilla, puede presumir de ser el primer proyecto con certificado de eficiencia energética registrado por la Junta de Castilla y León con la máxima calificación, la 'A'. Pese a que estas etiquetas -similares a las que lucen los electrodomésticos- serán obligatorias a partir del 1 de junio para alquilar o vender la vivienda, en la Comunidad solo hay hasta la fecha 160 proyectos registrados, ninguno en Burgos capital, Miranda o Aranda.
La calificación 'A', explica Leal, prueba que el inmueble tiene el menor consumo de energía y las emisiones de C02 más bajas. «Hemos cuidado las orientaciones, la compacidad -relación entre la superficie total y el volumen-, los aislamientos, carpinterías, cristales...», explica este arquitecto de 37 años, que actualmente trabaja en una tesis doctoral sobre la eficiencia energética en las viviendas de la Ribera del Duero.
En el caso de la de Vadoconde, se ha apostado por la geotermia para alcanzar la mayor calificación:«Hemos realizado dos perforaciones de 100 metros de profundidad y logramos agua a 15 grados de temperatura, que aprovechamos para calentar la vivienda».
La etiqueta energética está en vigor desde enero de 2007 para los edificios nuevos, aunque a partir del 1 de junio deberá incluirse a la hora de vender o alquilar un edificio, lo que incluye su publicidad. «La certificación no mide solo el gasto energético sino  si las instalaciones de electricidad, calefacción u aire acondicionado son eficientes; e incluso analizará el soleamiento de la casa», explica Leal, que adelanta que este etiquetado aportarán un elemento nuevo para testar la calidad de un inmueble y es un paso previo para que, a partir del año 2020, los edificios que se construyan tengan un «consumo casi nulo».
La gradación de colores del etiquetado marca un baremo que, por ahora, no penaliza. «La idea es que los que obtengan peor calificación se les obligue a acometer obras de rehabilitación, que pueden ser subvencionadas con ayudas». Registrar un proyecto tiene una tasa de 260 euros para un piso de 100 metros en la región. Se está a la espera del coste que tendrá para las viviendas ya existentes que salgan a la venta o el alquiler.

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